La luz del
sol comenzaba a asomarse entre las cortinas de color rojo. Intenté estirarme
cuando recordé que él estaba allí abrazándome como si tuviese miedo de que me
fuese sin avisar. Le besé en la frente y me solté de la prisión de sus brazos.
Me levanté
y me puse su sudadera roja, salí de puntillas intentando no hacer ruido, puse
la cafetera funcionando y salí al balcón. Me encantaba escuchar las sirenas de
los pesqueros, los gritos de los niños que entraban al colegio y el reloj del
ayuntamiento. Suspiré y sonreí, como hacía todas las mañanas desde que él había
aparecido.
Volví a la
cocina, el café ya estaba hecho. Me serví un buen vaso con leche condensada y
me senté frente al ordenador. Sonaba Nuvole
bianche y las palabras fluyeron de nuevo, nunca se habían ido, se habían
escondido solamente, estaban vigilando que yo encontrase el camino. “Buenos
días”, esas fueron las primeras palabras que escribí para él.
Me terminé
el café y salí pitando hacia la ducha, él seguía dormido. Me encantaba dejar
caer el chorro del agua caliente por mi cara, sintiendo como rozaba mis labios
y como cada parte de mi silueta se dibujaba otra vez bajo gotitas minúsculas.
Disfrutaba de la ducha pero, poco a poco, bajaba la temperatura del agua hasta
que estuviese totalmente fría, daba tres saltos y me enjuagaba el pelo con
rapidez. Me enroscaba en una enorme toalla e iba prácticamente corriendo al
dormitorio.
Y allí
estaba él, durmiendo sin saber que pasaba o no por mi mente; sin tener ni idea
de mis verdaderos sentimientos. Retire las sábanas con cuidado, solté la toalla
y me abalancé sobre él, desnuda y totalmente mojada. Se dio la vuelta y me beso
en los labios. No hay un beso más dulce que el que te dan cuando tienes los
labios helados y mojados. Sonreí y le besé otra vez.
Empezaba a
vestirme cuando me dijo, mirando mi tatuaje, nadie te ha preguntado "¿y sin
embargo qué?" Había una cosa que me encantaría contestar y, pese a que ahí ya
estaba enamorada de él, no supe que debería decir. Podría haber dicho “y sin
embargo cuando duermo sin ti, contigo sueño” o “y sin embargo te quiero” pero…
Me abalancé
sobre él y le bese en la nariz. Y le dije “buenos días”.