Y no estaba allí, no podía coger el coche e ir a ver las
estrellas como hacía antaño.
Me sentía sola, como un niño pequeño sin la luz del pasillo
encendida para dormir. Él nunca prometió matar monstruos por mí. Tampoco dijo
que se marcharía sin avisar.
No estaba allí, para hacer rebotar las piedras en el reflejo
de la luna.
Estaba más enojada que triste, no dolía el alma tanto como
el orgullo. Él nunca prometió agarrarme si iba a caerme. Tampoco dijo que aquel
sería un último beso.
No estaba allí recostada en la arena dejando volar la
imaginación.
Se había marchado la inspiración y las palabras tan solo
fluían si eran forzadas. Él nunca prometió callarme con un beso. Tampoco dijo
que no era una canción de amor.
No estaba allí secándome las lágrimas con la manga de la
chaqueta.
No fumaba por esperar sino por no desesperar. Él nunca
prometió dejarse llevar. Tampoco dijo que me sacaría a bailar.
No estaba allí escuchando a los grillos cantar.
Trataba de entender sin escuchar, sin dialogar. Él nunca prometió
volver a llamar. Tampoco dijo que sostendría mi mano si empezaba a temblar.
No estaba, simplemente, me había ido yo, quizás él.
Puede que nunca hubiésemos llegado.
Puede que no quisiésemos encontrarnos.
Puede que él no fuese él y que yo nunca quisiese dejar de
ser yo.
No hay explicación.
1 comentario:
Nunca dicen nada, quizás eso es lo bonito (aunque tal vez somos nosotras las que queremos que lo digan).
Somos soñadoras
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